Autor: Mario H. Concha Vergara
Durante lo que va del siglo XXI, las puertas del conocimiento se han ampliado enormemente, y este ha logrado democratizarse gracias a la revolución científico-tecnológica iniciada a mediados del siglo XX.
Es así como irrumpe en el campo de la enseñanza un sistema global de transferencia del conocimiento y de creación de él, como un aporte de los intelectos más preclaros de la globalización, destacando, entre ellos, los nuevos programas computacionales, de “software” libre, que permiten el uso de estas tecnologías en el campo de la enseñanza (Brazon, 2008), lo cual favorece la creación del sistema académico llamado e-learning, que abre las puertas a una amplia variedad de tecnologías multimediales y de Internet, para crear, innovar y mejorar, nuevos sistemas de aprendizaje, lo que hoy día es llamado, simplemente, aprendizaje on-line, en línea, o e-learning.
Para Daniel Farcas y Mariana Aylwin (2006) existen, en la actualidad, tres importantes fenómenos que se encuentran interrelacionados entre sí, y que obligan a reformular los sistemas educacionales superiores modernos. Ellos son: “su masificación, el proceso de globalización y la sociedad del conocimiento que ha emergido junto a la expansión de las nuevas tecnologías de información y comunicación”. A esto, habría que agregarle, sin duda, la perennidad de los sistemas e-learning, en el tiempo y el espacio y, por ende, la solución de costos educacionales, pues el sistema permite estudiar a distancia usando todos los recursos de la WEB.
Andrés Pumarino (2009), Abogado y Miembro de la Asociación de Derecho e Informática de Chile, manifiesta, que en estudio realizado en 2007, el porcentaje de capacitados a través de programas de formación virtual alcanzaría al 30% de los trabajadores chilenos. Sin embargo, en la actualidad la penetración es de apenas el 3%. Esto significa que habrá que superar obstáculos y disminuir la brecha digital.
En Chile, el e-learning, a pesar de tener universidades capacitadas para su uso, como es el caso de Universidad UNIACC, sólo el 6% de las empresas realiza alguna capacitación a sus trabajadores a través de Internet, según el informe de Economía Digital de la Cámara de Comercio de Santiago. Una cifra que equivale a más de 20 mil trabajadores que representan el 0.5% de la fuerza laboral nacional, lo cual, a todas luces es insuficiente para el país.
Esta herramienta de capacitación puede salvar las dificultades de distancia y de costos que impiden que muchas pequeñas, medianas y grandes empresas accedan a programas de capacitación. Pensemos en las compañías salmoneras, en las petroleras, las generadoras de energía del sur de Chile y a las mineras del norte del país, para comprender los ahorros que se pueden generar utilizando las TIC en los procesos de capacitación del personal.
